Como buena millennial, siempre he sido alérgica a los términos, señora, señorita, dama… ser nombrada o llamada en sociedad según mi “status” cronológico y/o civil, siempre me ha parecido de lo más extraño…
Curiosamente, a medida que pasaba el tiempo, dejó de molestarme. Y descubrí, que el término “señora” también tiene poderes mágicos.
Desde provocar casi inmediatamente que cualquier malvado se congele ante mi expresión de Señora Gorgona, hasta el poder desligarme un poco de la feroz competitividad juvenil de los recién graduados en el campo de las artes.
Es que nadie va a querer competir con una señora… pero sí le pedirán consejo (aunque servidora quizá sea igual o casi tan joven como ellos) 


Además, después de casi 1 año de crisis existencial, me empiezan a agradar los 30.
Señora Doodle, para servirles.